Valga la redundancia: estos últimos días están siendo un "empezar" un volver a empezar. Ya empezamos el viernes los que serán nuestros proyectos pastorales del Seminario, y hoy ya hemos empezado la clase. En definitiva, a día de hoy, estoy re-empezando mi vida.
Eso mismo estaba pensando esta mañana cuando el despertador del iPhone pitaba a las 5 y media de la mañana, para poder salir a correr a las 6. Me tocaban 10 Kilómetros, y ahora el ritmo del día a día empieza una hora antes. A las 7 y media en la capilla. Como siempre, café rápido, afeitado sin apurar demasiado y ¡a correr se ha dicho!
No es lo mismo salir a las 7 de la mañana que a las 6. Todo hay que decirlo. No se ve ni un alma en las calles. Ni corriendo, ni yendo a pasear, ni cometiendo crímenes. Málaga sigue dormida. Menos yo, y cuatro gatos que salen o entrar a trabajar. Pero son pocos, y me miran con cara rara.
Cuando voy por el kilómetro 2 me acuerdo de mi experiencia de este último fin de semana. Me han destinado a Colichet, un centro de asistencia de enfermos terminales de sida. Es impresionante. Y me acuerdo muy especialmente porque Loli "la chica" -una mujer de 40 años, que aparenta 65- fue la primera persona que conocí. Simpática, agradable y consciente de su estado. Al sida, súmale el cáncer. Sus pulmones a penas le permiten desplazarse de un lado a otro. Es de Granada, y está orgullosa de su tierra. Se relaciona con sus otros compañeros con mucho cariño. El sábado a penas pude hablar con ella porque ella se encontraba especialmente mal. Y el domingo por la mañana se la llevaron muy grave al clínico. Los otros enfermos y el monitor ya vaticinaban que no saldría de ésta.
Voy un poco más lento de lo normal -fruto del madrugón, probablemente- por lo que me veo obligado a acelerar a partir del kilómetro 5. E igual de rápido que voy, podemos definir que así de rápida es la vida… ¡Que fugaces somos! Tan pronto estamos saliendo a correr, que sin darnos cuenta, hemos llegado al destino. A veces nos paramos, nos da pereza seguir o vamos más lentos, pero llega un momento que todo acaba. Y pensar que esa simpática mujer con la que entable conversación el viernes, es probable que ya no esté viva me genera tristeza. Pero es lo natural. Bello, pero duro.
Y sin darme cuenta, ya he llegado al seminario. Ya terminó esa parte del entrenamiento hoy. Como tantas otras veces.
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