Suena el despertador… son ya las 6,30… ¡cachis! ¡que pocas ganas de madrugar! La noche ha sido mejor que la anterior, pero me he despertado incómodo repetidas veces. El colchón y el somier no se llevan del todo bien conmigo. Retraso el despertador 10 minutos, lo justo para poder empezar a tomar conciencia de lo que voy a hacer.
Me consuela que ayer me levanté a la misma hora, pero la noche anterior me había acostado a las 12, después de un primer día en el seminario algo agotador. Además, mi primer circuito fue en el interior, y se hace algo pesado dar las vueltas una y otra vez por el mismo sitio, ademñas porque todo es puro campo, sin asfaltar, y aunque llevaba una luz en mi frente (60 metros de alcance) el miedo a pegarse el guarrazo no desaparece.
Bien. Mientas que me afeitaba recordaba las palabras con las que el Vicerrector terminaba la charla a los que entramos nuevos este curso: "… son seis años". Seis años. Ahora me parecen una eternidad, aunque estoy seguro que se me pasarán volando.
Pero bueno, no debo salir de contexto. Hoy me toca correr 10 Km. y circuito de actividades físicas. El circuito puedo dejarlo para más tarde, pero los 10 Km. no. Ahora o nunca. Así que me dispongo a correr, enciendo la linterna, pongo en marcha el Runkeeper y la música en el iPhone y ¡Ya estoy listo!.
Cuando empiezo, se me vienen a la cabeza unas palabras de Murakami ("De qué hablo cuando hablo de correr") en las que comparaba este deporte como un método de meditación. Es eso muy cierto. Mientras una persona corre, parece que todo lo que ha hecho, y lo que debe hacer toma vida en su mente, y empieza incluso a tomar forma.
Por eso mismo, empiezo a hacer un poco de memoria de lo que aprendí ayer en la primera meditación de D. Fernando Sebastián. El tema central era conocerse a uno mismo. Es cierto que es crucial en la vida de toda persona aprender a conocerse. Yo soy plenamente consciente de que si llegase un clon mío, no podría predecir como iba a actuar. La verdad: no sé como verdaderamente soy, de la misma forma de que no he sido siempre el mismo. Y salta a mi mente unas palabras que me dijo mi entrenador Nico la última mañana que corrí con él: "El gran defecto es pensar que una persona no ha cambiado con los años; no en lo referente a la constitución física, no, ¡sino en la personalidad! Por el facebook hablo con amigos de cuando era niño, que piensan que sigo siendo el mismo y ¡no! he corrido muchos kilómetros desde entonces.
Acto seguido, el Runkeeper interrumpe mis pensamientos: me avisa de que ya llevo cinco minutos y no he hecho más de 790 metros. Y eso que voy cuesta abajo. Me veo obligado a acelerar. Y pienso en que si me cuesta tanto hacer 10, 15 o 20 kilómetros… ¿qué serán los 42 de la próxima maratón? ¿Podré hacerlo? Inmediatamente recuerdo aquellas palabras de Juan Pablo II: "No tengáis miedo". No debo tener miedo a nada. Además, precisamente estoy entrenándome para la maratón y estoy siguiendo a rajatabla los ejercicios previstos por Nico. Y empiezo a compararlos con las palabras que dejó claras ayer D. Fernando: "La vida nos la va haciendo el Señor". No podemos asegurar como seremos dentro de cinco años o cinco meses. Podemos hacer proyectos, pero a medida que vaya pasando el tiempo es cuando conoceremos nuestros verdaderos límites. Y todo ese día a día que empezamos -como hoy mismo- "es el fruto de decisiones a corto plazo, que vamos renovando cada día". Esas decisiones para mi son, por un lado, entrenar para la maratón de diciembre -que no será posible si no es algo que voy trabajando día a día, como Nico ha dispuesto- y la entrada al seminario -que no es más que precisamente una especie de entrenamiento hacia el sacerdocio. No me entiendan mal, sé que no tienen ni punto de comparación, pero sí guardan cierta analogía. Además de que la segunda, es la primera en mi vida, a día de hoy.
Sigo corriendo. Sin darme cuenta, ya he llegado a Huelín. Casi 5 Km. Y lo mejor, menos de 25 minutos. Y recuerdo que ayer la velocidad que tomé -tan baja- y la corta distancia que recorrí -7 Km. y medio- son pequeños bajones, pero que no deben desalentarme. El hoy es hoy, y eso es lo principal. Igual que en nuestra vida interior, como terminaba ayer D. Fernando, "debemos pensar más en nuestros proyectos del futuro que en los errores del pasado".
Doy medio vuelta. Y orgulloso reemprendo el camino hacia el seminario. Al mismo trote, y seguro de que, si es voluntad de Dios, podré hacerlo.
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