jueves, 22 de noviembre de 2012

Mis 13 años


Hoy hace trece años del 22 de Noviembre de 1999. No, no estoy ensayando cálculo, aunque así lo parezca. Lo resalto porque aquel día fue cuando sufrí un accidente. No es un día especial, ni una celebración, pero sí es un día importante. Una cosa que parece que pasó ayer tiene ya la friolera de 13 tacos. Y han pasado muchas cosas en esos trece años. La vida da muchas vueltas, y muchas personas se van, y otras llegan. El carácter individual cambia, procedemos a madurar, a hacernos fuertes. A resistir ante las dificultades, y optar por caminos que no son los apetecibles, y sobre los que no respira la mayoría. Pero Dios sí está ahí.
Almuerzo algo ligero. Una ensalada y una Pepsi. En cuanto como, salgo pitando para correr. Bueno, pitando no. Hoy trote suave. Quiero correr 12 kilómetros. Voy acompañado de Andrés, otro seminarista, aunque probablemente lo deje atrás, para hacer más distancia en menos tiempo.
Empiezo. Hace buen clima. Eso favorece bastante, y ayuda mucho a sentirse animado. Se hace más satisfactorio el trote cuando las condiciones son positivas. Como en la vida misma, ¿verdad?
Sobrepaso Baños del Carmen, y sigo a mi ritmo. Voy recordando cuántas cosas han pasado en trece años. Puede que sea porque es el mes de Noviembre, pero últimamente recuerdo a los que ya no están, y que me acompañaron en el Hospital. Una pequeña oración por ellos, que sé que siguen acompañándome ahora.
Doy media vuelta. Leo un whatsapp de Andrés, que dice que él ya ha dado media vuelta. Aligero mi trote para al menos el último tramo del trayecto, hacerlo acompañado. Miro al suelo. Está todo el Paseo Marítimo embarrado. Y… ¡¡resbalo!! ¿Has estado alguna vez en el Aquapark, en esos toboganes en los que bajas bocabajo? Pues así me he restregado por parte de la acera y el césped. Me detengo por fin las manos, que por la sangre, parecen las de Jim Caviezel en “La Pasión”. Hace trece años me pilló un bus. Hoy sólo me he pegado un guarrazo en el suelo. Vamos progresando.
Me incorporo y sigo corriendo. Una pareja joven me preguntan si necesito ayuda. Niego con la cabeza, y recupero el trote. A veces pasan cosas que no esperamos, pero por la que no tenemos que abandonar nuestro proyectos. Simplemente hay que afrontarlas. Si tengo que ir más lento, pues eso haré. No ha sido para tanto, y ya me echaré Betadine en el Seminario.
Alcanzo a Andrés, y llevo 10 kilómetros. Él está parado, así que opto por seguir el recorrido andando. El guerrero necesita también necesita tomarse la cosas con calma.

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