Ya por fin se nota que ha llegado el otoño en nuestra
ciudad. La lluvia, el clima, los autobuses escolares, los atascos y el paseo
marítimo vacío demuestran que ya es casi el mes de noviembre.
Que el blog haya estado parado no significa que yo no haya
estado corriendo. Pero ahora más que me estoy poniendo las pilas para correr:
es decir, o sí o sí. No hay otra opción. Y llevamos unos cuantos días con un
clima no del todo favorable: la lluvia.
Yo disfruto corriendo bajo la lluvia, lo admito, pero sé que
esta práctica deportiva en esas condiciones es la cuna de un enfriamiento u
otra infección vírica. Y más cuando la mucosidad y los dolores de cabeza
frecuentes me han acompañado durante unos días. Pero empecé la semana pasada a tomar
de nuevo el entrenamiento, y no puedo aparcarlo.
El miércoles noche llovía, pero no por eso lo dejé. Es más,
la lluvia me hizo dudar, pero no podía dejarlo de lado. Y ayer al mediodía lo
mismo.
Lo bonito de salir cuando chispea es que la lluvia no es un
engorro. Es ese pequeño acompañante en el camino. Refresca, a penas lo notas
cuando llevas una velocidad considerable. Viene a ser como uno más, algo que a
primera vista piensas que te hará la vida imposible, pero que a largo plaza se
vuelve indispensable. Podría aquí matizarlo a la vida espiritual: es como esas
pequeñas dificultades, que una vez asumidas, hacen de la oración más fecunda y
la piedad mucho más rica. Cuando se superan, verdaderamente sabes por lo que lo
estás haciendo.
Por eso, cuando salgo a correr me digo: está lloviendo y
pese a eso, salgo a correr. Sé lo que estoy haciendo, y me gusta.
Lo malo es cuando ya aprieta. Y lo he sufrido: en esos
momentos hay dos opciones: dejarlo o seguir. Correr cuando aprieta es
engorroso. Me canso más fácilmente, y pierdo las ganas de seguir. Pero sé que
si me paro, ¡va a ser peor! Ir corriendo hace que dificulte más que mi cuerpo
se enfríe. Si me paro, todo ese sudor, sumado al agua, y la temperatura del
ambiente, hará que pronto coja un constipado de aúpa. Así que sigo corriendo.
El miércoles acorté distancia (de Baños del Carmen, di media vuelta), pero el
jueves quise seguir.
Por eso, cuando en el campo vocacional y en el mismo día me
surgen esos contratiempos, tengo dos opciones: o dejar de correr, o a seguir
corriendo más rápido. Yo prefiero seguir corriendo. A ver quien es el guapo que
me alcanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario