jueves, 16 de febrero de 2012

Mi catarro Mi catarro

El sábado no tuve tiempo. Y el domingo ni te digo. Además, la misma noche del domingo comencé a sentirme mal. Estaba contiendo un fuerte constipado. El lunes, el martes, el miércoles… incluso hoy… mal cuerpo, mucosidades, dolores de cabeza frecuentes. No he dejado de llevar visa normal, pero no he tenido el "valor" de salir a correr. Hasta esta tarde… no podía seguir así, así que shuffle encendido, gorra en la cabeza… ¡en marcha!

Llevo algo más de velocidad que normalmente. Puede ser por el tiempo que llevo sin correr. También por el stress acumulado. Y comienzo a pensar en cuantas cosas han sucedido esta semana. Cuantas clases, cuantos ejercicios, cuantos temas nuevos. Todavía no he encajado del todo en el nuevo semestre. Y aprender griego… ni te cuento.

Hoy además he tenido que salir antes de clase "pitando" a renovar el desempleo. Y volver justo a tiempo de las clases de ética. Además, he tenido que hacer unas cuantas fotocopias. Y esta tarde empecé un trabajo para filosofía medieval y todavía no lo he terminado. Y los ejercicios de latín… sigo sin pillar como identificar las declinaciones bien.

Sí. Entiendo ahora porque llevo esa velocidad. Llevo tantas preocupaciones sobre la espalda, que no puedo pararme. Y de repente paro. ¿Soy consciente de por quién lo hago? Y me doy cuenta. No estoy contando con Cristo. No estoy hablando con Cristo, sino conmigo. Algo está fallando. Y ahora sí que entiendo porque tengo tanto stress. No estoy contando con Él y claro, yo estas cosas solo no puedo.

Sucede con frecuencia que se entra en una dinámica de tanta rutina que podemos olvidarnos de por qué lo hacemos… que nos lo dejamos atrás casi casi sin darnos cuenta. Y esto implica dar marcha atrás. Volver a buscarle. Así que corriendo también doy la vuelta y doy "marcha atrás". Yo creía que mi mal estar era porque no corría, porque tenía el "Mono" de correr y no. Tengo "mono" de hacer oración. De volver a encontrarle. Y sentirle. Porque -esto es experiencia personal- lo único bueno de "despirtarse" de Cristo, es cuando volvemos a encontrarle.

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